martes, 19 de abril de 2011

ERASE UNA VEZ...SOCATOBA


Érase una vez Socatoba

De cuerpo menudo y pelo rizado y negro mirando al cielo crecía entre frescos y temples la pequeña Socatoba. Podía haber sido muñeca rusa, podía haber sido muñeco, por poder ser podía haber sido incluso una maneki neko, pero en realidad era una artista, una artista creciendo dentro de un pequeño cuerpo.
Como era un ser intrépido e inquieto un buen día colgose la mochila al hombro cambiando el sur por la ciudad condal, donde conoció a Manolito, un perro de tres patas un tanto peculiar pues lo mismo paseaba con fulanas que protagonizaba escenas de acción. Compartieron aventuras durante más de año y medio, pero desgraciadamente un día Manolito murió fruto de un devastador tsunami cibernético causado por el dedo que pulsa la tecla "delete" y nunca más se volvió a saber de él.

La pequeña Socatoba conocía bien aquello de "a rey muerto rey puesto" por lo que se centró en crecer y crear sin parar, pero es innegable que la vida sin un perro de tres patas no es igual, así que cuando la llamaron para pintar su primer mural en el BAC se pasó la mitad del 2006 preguntándose si aquello era mentira o era verdad. Para su sorpresa y agrado era tan verdad como lo fuera durante los años venideros, tan real como el complicado mundo con el que por primera vez entraría en contacto de manera profesional.

De allí sacó a sus amigos, Delphine y Eduardo, dos artistas de dos patas, nuevos compañeros de andaduras, que al igual que ella tampoco pertenecían a ningún "ismo" y a su lado y con la libertad del que respira un aire nuevo siguió creciendo y creciendo, alejada del temple al huevo, puliendo un estilo muy personal, un estilo crudo y en ocasiones salvajes en el que predominaba la técnica y el mensaje frente a la estética ya que su obra representa la belleza no estipulada, convirtiéndose en ocasiones en abanderada de los temas olvidados. A su alrededor crecía un mundo infinito de hombres, niños y señoras enredados en una interminable madeja de pelo que en ocasiones los asfixiaba y en otras los envolvía suavemente, que cohabitaban con animales y plantas entre maderas, cristales y papeles.

Crecía y crecía consciente de que su obra no era comercial, consciente de que la primera lectura casi siempre era negativa, requiriendo de una segunda, como el doble sentido del que estaba dotada, consciente de que por ello algunos la consideraban un hombre y otros la pensaban como una enferma mental, pero ella que entendía el arte como una puerta y creaba sin boceto por instinto cual león hambriento en mitad de La Sabana se fue reafirmando como artista y siguió creando.
Poco a poco Socatoba se hacía grande y contemplaba como el mundo ya no se mostraba todo lo bonito que una soñaba. El aire ya no era limpio y fresco y la Ciudad Condal se hacía negra y hostil, oprimiendo y devorando todos los sueños de ella y otros que al igual que ella no encontraban su oportunidad. Puede que para los que intentan sobrevivir en el arte nunca haya sido fácil, pero la realidad es que la ciudad estaba cambiando y con ella cambiábamos todos, convirtiéndonos en funambulistas sin cuerda.

Las instituciones no apoyaban el arte de una manera limpia y abierta y los artistas se erguían unos frente a otros como gladiadores en mitad del Coliseo, en lugar de creer en la colaboración, favoreciendo un sistema impuesto donde lo que triunfa fuera es lo que triunfa en casa, y pese a todo no se creció pesimista. Se había hecho grande eso sí, pero se había hecho grande asimilando la realidad que la rodeaba y buscando el rayo de sol entre las nubes, asumiendo que el lobo de su cuento en ocasiones era su mismo miedo y sin perderlo de vista, consciente de lo grande que era el mundo y de lo complicado emocionalmente que resultan a veces los cambios se fue alejando de él, permaneciendo en La Ciudad Condal, confiando en que querer es poder y en que su combinación suerte y momento adecuado sumado al trabajo, lo cual sin lugar a dudas era su fuerte, iba a llegar.

Dicen que el que la sigue la consigue y ella es perseverante, una artista de principios que ha sabido sobrevivir en la jungla, que crea de corazón para no tener que falsear su trabajo y poder seguir pintando como liberación, así que si ves volar perdices no malgastes tu tiempo intentando darles caza pues es seguro que ya tienen horno como futura mansión.

Fin.

Moraleja: no importa si piensan que eres hombre o enferma mental, lo importante es que te dejen cuando tú las cazas perdices para cenar.

Socatoba es Sonia Carballo, artista multidisciplinar que trabaja y reside en Barcelona.
Ha sido portada de Lamono durante el mes de marzo.
Inaugura exposición el 12 de Mayo de 2011 en VZ Gallery, Londres.

Texto: Agente Morillas




1 comentario:

DAVAT dijo...

una pasada de blog, me gusta tu estilo, 1 saludo!